El día que te compras las botas de fútbol

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Durante la temporada hay días importantes, días trascendentes o días pasajeros. Pero hay un día incomparable: «El día que te compras las botas de fútbol».

Todos sabemos que ese día es diferente. Lo sabes tú y lo saben tus compañeros de equipo. Ese día te levantas con una sensación distinta, con esa media sonrisa que dibuja un: «Pase lo que pase, hoy me compro las botas». Ese día desayunas pensando en el momento de entrar en la tienda, y te tomas el café frunciendo el ceño y deseando que tengan el número de las botas que te gustan.

Sin duda, «el día que te compras las botas de fútbol» irás a la tienda con esa actitud de «A ver qué botas me compro». Pero no nos engañemos, ya sabes desde hace días qué botas vas a comprarte. Todos sabemos que conoces perfectamente el modelo y el color que vas a calzarte, pero te gusta entrar en la tienda simulando que hay un modelo que no tenías visto. Pillín.

Entras en la tienda vacilando, intentando disimular tu cara «Hoy es el día que me compro las botas de fútbol». Pero déjame que te diga que cantas más que un jugador de prueba en un vestuario. Allí todo el mundo te ha visto la cara de ilusión, y saben que ese es tu día, saben que para ti, hoy es «el día que te compras las botas de fútbol». Y te envidian.

Al cabo de poco, llega el momento. Ese precioso instante en el que te encuentras delante de la pared llena de botas. Ese momentazo de manos en el bolsillo, cara de futbolista y mirada de interesado. «Cómo me gusta este momento», piensas por dentro. Durante ese tiempo, te miras todas las botas, cómo si nunca lo hubieras hecho, y podrías describir perfectamente qué modelo es para cada jugador y qué jugador de tu equipo calza cada una.

En diagonal a tu izquierda, tienes las nuevas Nike Tiempo. Han salido hace pocas semanas con ese color verde lima. Son las que siempre lleva Tena, que se justifica diciendo que tiene el pie ancho, pero realmente le gusta parecerse a un central jugón y llevar el último modelo igual que Piqué.

Al lado de las Nike, se encuentra el nuevo modelo que han sacado de las Umbro Speciali. «Qué recuerdos de mi época de juvenil», piensas. Las Speciali, cómo su nombre indica, son especiales. Están reservadas para clásicos de pura clase. Sólo para puristas que saben llevar el balón cosido al pie, mientras les acompaña la música del «tac-tac-tac» de la lengüeta cuándo van en conducción hacia portería contraria. Sabes que te encantan, pero no están hechas por ti. Vamos, que no tienes el nivel.

Como si fueran almas gemelas, al lado de las Speciali tienes las Adidas Copa Mundial.  «Son las que siempre he querido, pero nunca me he comprado», piensas en tu interior. Ese día tampoco. Un negro reluciente perfecto, unas botas que transmiten confianza y seguridad. Sabes que te encantan, sabes que irías cómodo, pero no sabes el porqué, nunca has congeniado con ellas. Necesitas mejorar la relación.

De reojo, al fondo a la derecha hay las Munich. Te acercas a ellas mientras te pierdes en tus recuerdos de niño. Esos recuerdos de cuándo jugabas en campos de tierra. En una de esas te acuerdas de Samu, ese que llevaba las Munich Maracaná de piel de canguro con tacos de goma. Indestructibles a cualquier campo embarrado, a cualquier campo de arena dura. Menudos zapatazos metía el zumbado.

Poco a poco, con una técnica depurada entre el pasotismo, la ilusión y la improvisación, te acabarás acercando a tus botas. Sin lugar a dudas, las que ya sabías que venías a buscar. Te estaban esperando. Desde el primer momento lo tenías clarísimo, pero te encanta hacerte el remolón. Las cogerás, las mirarás, las mimarás y ya no las dejarás. Sorprendentemente, y sin saber porqué, una vez con ellas en las manos, te mirarás las otras y pensarás: «Seguro que hago bien?».

Y es que «el día que te compras las botas de fútbol», también es un día de cierto masoquimo. Se produce un extraño fenómeno en el que una vez compradas tus botas, te pasarás el día intentando buscar argumentos de porqué te has comprado esas botas. Estarás pensando justificaciones para cuando llegues al vestuario y te digan «Hombre, botas nuevas!». Sabes que tendrás que contar porqué te has decidido por las Mercurial, cuándo las Predator son mejores. También tendrás que escuchar al eterno suplente que lleva orgulloso las Copa Mundial, y tu crees que no se las merece, que te diga «yo ya te dije lo que tenías que hacer».

A pesar de todo, cuando salgas a calentar, nadie será más feliz que tu. Los minutos de carrera continua serán una gozada, y te encantará estar pensando y analizando cómo sientes el balón cada vez que lo tocas. Bienvenidas botas nuevas! A partir de ese entreno se convertirán en tus mejores amigas, hasta que llegue el nuevo día; «el día que te compras las botas de fútbol».

3 comentarios sobre “El día que te compras las botas de fútbol

  1. Y que decir al llegar a casa y auto-excusándote, pensando que así se darán lo suficiente para que no duelan en el primer entreno/partido, calzártelas, y pasarte toda la tarde andando por casa con las botas de tacos, resbalando, incómodo, haciendo más ruido al caminar por el parquet de tu casa que en la obra de la esquina de tu calle, pero feliz porque ese es tu día, «el día que te compras las botas de fútbol».

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